EVA ALCAYDE | 12.11.2020

En este Año Jubilar del ‘Cáliz de la Pasión’, además del Santo Cáliz de la Cena, cobran especial importancia otras reliquias que se conservan en la catedral de Valencia, como el Lignum Crucis (un trozo de madera de la Cruz de Cristo) y la reliquia de la Santa Espina. A esta última nos queremos aproximar en este reportaje. ¿Cómo fue la corona de espinas que llevó Jesús de Nazaret? ¿De qué estaba hecha? ¿Qué daños físicos le ocasionó? Un estudio del médico forense Sánchez Hermosilla detalla científicamente las lesiones “muy sangrantes y dolorosas” que sufrió Cristo.

¿Cómo fue la corona de espinas que llevó Jesús de Nazaret durante su pasión y muerte? ¿De qué estaba hecha? ¿Cómo le fue colocada? ¿Qué daños físicos le ocasionó?

Corona en casquete con cordura.

Para responder a éstos y otros interrogantes en torno a la corona de espinas, el doctor Alfonso Sánchez Hermosilla, médico forense y director del equipo de investigación del Centro Español de Sindonología, ha realizado un estudio al respecto, centrado en “Las lesiones punzantes en el cuero cabelludo”, al que queremos acercarnos en este número de PARAULA, con motivo del Año Santo Jubilar y de la Santa Espina que se venera en la catedral de Valencia, procedente de aquel instrumento de tortura que se le aplicó en la cabeza a Jesucristo.

El equipo de investigación del Dr. Hermosilla llevó a cabo varios experimentos y recreaciones con diferentes espinas similares a las que podían encontrarse en el entorno de Jerusalén en tiempos de Jesús.

Los investigadores confeccionaron diferentes modelos de coronas de espinas, y fueron colocados para hacer las pruebas en un maniquí confeccionado en porexpan. Las coronas se asentaron con varios golpes para emular la forma en que, muy posiblemente a bastonazos, le fue colocada a Jesús. También se dispuso alrededor del cuello del maniquí una estola de lino, a modo de túnica, con la intención de comprobar si era factible vestir y desvestir el maniquí con la corona de espinas puesta.
Todas estas maniobras se repitieron en otro modelo, en un cráneo humano recubierto con una capa de ocho milímetros de plastilina blanca, simulando el tejido celular subcutáneo y el cuero cabelludo. Las principales conclusiones fueron:

  • Para que se produjeran las lesiones que aparecen tanto en el sudario de Oviedo como en la Sábana Santa de Turín, la corona de espinas tenía forma de casquete, no de aro o corona, como aparece en la mayoría de las representaciones.
  • El material con que estaba confeccionada eran ramas vegetales de una planta de las Ramnáceas, probablemente alguna variedad de Ziziphus.
  • La corona se colocó sobre Jesús de Nazaret cuando aún estaba vivo.
  • La posición de la corona pudo haber sido asegurada sobre la cabeza una vez colocada, para que no se moviera, con algún tipo de dispositivo textil, como una cuerda.
  • Jesús de Nazaret pudo llevar la corona puesta durante toda la pasión hasta la cruz, aunque es improbable que la llevase mientras estuvo crucificado. (De ser así las lesiones de la región occipital se habrían desgarrado al rozar la corona con la madera de la cruz).

Tipo de lesiones
Según afirma el Dr Hermosilla en su estudio, desde el punto de vista de la Medicina Forense, las espinas de las especies vegetales que pudieron ser utilizadas, trenzadas entre sí en forma de casquete, ocasionaron múltiples lesiones punzantes en el cuero cabelludo y la cara de Jesús.

Las espinas debían tener 2,5 cm y la consistencia suficiente como para poder lacerar la piel. “También es probable que ocasionaran laceraciones más o menos extensas y profundas, desgarrando la piel en todo su espesor, y llegando incluso a ocasionar marcas identificables macroscópicamente en la tabla externa de los huesos de la bóveda craneal, aunque sin llegar a atravesarlos”, explica el estudio, que también descarta la posibilidad de que las espinas llegasen a penetrar dentro de la cavidad craneal, produciendo algún tipo de lesión neurológica.

“Los Evangelios no nos mencionan nada en el comportamiento de Jesús de Nazaret que nos haga pensar que la corona de espinas le produjera lesiones en el cerebro, aunque las heridas sí eran muy sangrantes”, asegura el médico forense, que explica que “cualquier herida en el cuero cabelludo o la cara, por pequeña e insignificante que resulte, no sólo sangra profusamente, de un modo absolutamente desproporcionado a su tamaño y gravedad, sino que además, resulta más dolorosa que otra de características similares en cualquier otro lugar de la superficie corporal”.

El Dr. Hermosilla concluye que es juicioso suponer que estas lesiones ocasionaron una aparatosa pérdida de sangre que debía cubrir la práctica totalidad del cabello, cara, cuello, hombros, y parte superior del tórax, tal y como se puede apreciar en la Síndone de Turín, donde se ve que tanto los cabellos, como el bigote y la barba aparecen completamente cubiertos de sangre.

“Las lesiones que pudo producir la corona de espinas, probablemente fueron mucho más graves, profundas, extensas, lesivas y dolorosas de lo que hasta ahora se suponía, y sangraron considerablemente más de lo que se ha representado a lo largo de la historia del arte en la pasión de Jesucristo”, recoge el Dr. Hermosilla en las conclusiones de su investigación.