❐ L.B. | 25.11.2021
La congregación ‘Cooperatores Veritatis de la Madre de Dios’ acaba de celebrar el décimo aniversario desde que en septiembre de 2011 se erigió canónicamente en la catedral de Valencia. Nueve meses antes, el 8 de diciembre del 2010, un grupo de religiosos escolapios de la Provincia de Valencia, tras unos días de retiro espiritual, habían renovado su consagración religiosa en unas circunstancias muy particulares en las que se encontraban. El cardenal Cañizares, que estaba presente como prefecto de la congregación para el culto divino y la disciplina de los sacramentos, manifestó: “Acabamos de asistir al nacimiento espiritual de una nueva congregación”.

La congregación de los Cooperadores de la Verdad es un instituto religioso clerical de derecho diocesano, es decir, sus miembros son religiosos y, a la vez, presbíteros que profesan los votos de castidad, pobreza y obediencia, y viven en comunidad dedicados a la actividad apostólica y misionera.

En la actualidad son 20 miembros, repartidos en tres comunidades, que desarrollan su misión evangelizadora en el colegio y la parroquia ‘Santiago Apóstol’, en el barrio valenciano de Marxalenes; en la iglesia del Temple, también de Valencia, y en la ciudad de el Callao (Perú), donde atiende la escuela y parroquia de ‘Santa María de Guadalupe’.

Además, otros dos hermanos tienen encomendadas misiones diocesanas especiales, por lo que están viviendo un tiempo fuera de comunidad. “Los Cooperadores vamos donde la Iglesia nos llama, y nos entregamos allí donde la Iglesia nos envía”, indica el P. Rafael Belda, superior de la congregación.

Evangelizar educando
El ministerio propio de los Cooperadores de la Verdad es evangelizar educando. “Somos educadores que se entregan a la evangelización de los niños y jóvenes, especialmente pobres y alejados de la fe”, señala el P. Belda.

Todo ello lo llevan a cabo movidos por la espiritualidad calasancia. “San José de Calasanz, el gran santo iniciador de la escuela popular cristiana y fundador de la Orden de Clérigos Regulares Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías, es para nosotros verdadero padre espiritual”, comenta el religioso.

En sus colegios los Cooperadores educan con una pedagogía propia que prima la educación sobre la instrucción, y busca “favorecer en cada niño el crecimiento que tuvo el Señor Jesús en su humanidad: el Niño crecía en estatura, gracia y sabiduría (Lc 2, 52)”. En su acción educativa los Cooperadores procuran “la evangelización explícita y la pedagogía sacramental para que cada niño pueda desarrollarse como hijo de Dios en este mundo, alcanzando la plenitud para la que ha sido creado”.

“Educar a la santidad, desde la primera infancia, es algo que llevamos en nuestro ADN congregacional. La exhortación apostólica del papa Francisco ‘Gaudete et exsultate’ (2018) nos confirma completamente en ello”, matiza el religioso.

Los Cooperadores no tienen colegios propios, como tampoco tienen viviendas propias. Asumen las escuelas y parroquias que las diócesis les confían… “y ahí ofrecemos humildemente el carisma recibido y el ministerio propio de evangelizar educando”. De esta manera, insertos en las diócesis donde viven y misionan se consideran diocesanos siendo religiosos, y viviendo siempre en comunión eclesial.

Tres comunidades en Valencia y Perú

En la actualidad, la vida y misión evangelizadora de los Cooperadores de la Verdad se desarrollan en dos lugares de la misma ciudad de Valencia: el colegio y parroquia ‘Santiago Apóstol’, en el barrio de Marxalenes, y la Casa de Formación, que tiene a su cargo el cuidado pastoral de la iglesia del Temple. Asimismo, tienen una pequeña comunidad en el Callao (Perú), que atiende a la escuela y parroquia de ‘Santa María de Guadalupe’, inserta en el barrio de ‘La perla’.
Además, desde un primer momento la congregación ha podido disfrutar de “una espléndida vivienda, cedida en usufructo con inmensa generosidad por las MM. Dominicas: el Monasterio Corpus Christi de Carcaixent”, tal como indica el P. Belda. Allí han tenido la Casa Noviciado y, en la actualidad, sirve para los encuentros congregacionales, también como casa de convivencias y lugar para otros servicios pastorales.

Casa de Formación e iglesia del Temple
El nombre de esta comunidad, formada por siete cooperadores, es ‘Mater Dei Passionis’. También aquí está la sede del servidor mayor (superior general) y el despacho de la Curia general. La mayoría de los miembros de esta casa trabajan en el colegio ‘Santiago Apóstol’, y un hermano trabaja en la Fundación de Colegios diocesanos ‘San Vicente mártir’ a la vez que en sendos colegios de la diócesis (Sueca y Puerto de Sagunto). A esta comunidad se le encomendó la atención pastoral de la iglesia del Temple que este año celebra el 250 aniversario de su consagración.

Parroquia y colegio Santiago Apóstol
La comunidad ‘Mater Dei Novae Evangelizationis’ está formada por seis miembros. Con la colaboración de los hermanos de la Comunidad de Formación y con un nutrido claustro de educadores laicos, llevan adelante la misión educativa y pastoral en la escuela y parroquia de Santiago Apóstol, en el barrio valenciano de Marxalenes.
El colegio cuenta con un alumnado procedente de 30 nacionalidades distintas. “Ésta es su riqueza y diversidad”, indica el P. Rafael Belda.

Cuando llegaron en 2016, el edificio del colegio estaba muy deteriorado. Además, un plan urbanístico pendiente de ejecución hacía más precaria todavía la situación. “Pero el Arzobispado hizo una importante apuesta por dar un ‘nuevo colegio’ a los pobres, y levantó un precioso edificio que se yergue con belleza, amplitud y luminosidad en un barrio obrero, de emigrantes, de gente sencilla y entrañable a la vez”.

La parroquia, también muy austera y sobria en su conjunto, ha sido remodelada en estos años con la ayuda y aportación de todos los feligreses. “En estos momentos la mejora del templo es expresión del celo pastoral del párroco y el empeño de los demás hermanos Cooperadores. Un feligrés me decía hace poco: no pocas veces cuando entro en este lugar me viene a la memoria la expresión del salmo que dice: yo amo la belleza de tu casa, Señor, el lugar donde reside tu gloria (Sal 26, 8)”.

Así, escuela parroquial y parroquia con escuela forman el binomio inseparable para una formación integral e integradora de los niños, los adolescentes, los jóvenes y sus familias.

Parroquia y colegio Nuestra Señora de Guadalupe
Los primeros hermanos llegaron a El Callao, en Perú, en el año 2014 a petición del obispo. “Allí fuimos queriendo responder a la llamada del papa Francisco de ir a las periferias geográficas y existenciales, llevando la Buena Noticia de Jesús, por medio de nuestro ministerio educativo y pastoral. Esta misión del Callao -especialmente- es nuestro humilde intento de encarnar, entre los niños que sufren, la alegría de evangelizar a los más pobres”. En la actualidad, la comunidad ‘Mater Dei Guadalupe’ está integrada por cuatro religiosos.

Al igual que en el colegio ‘Santiago Apóstol’, al poco de llegar tuvieron que dejar el edificio escolar, puesto que amenazaba ruina. El Obispo les entregó el entonces Seminario Menor de la diócesis, donde comenzó la escuela que en estos años ha ido creciendo al paso de los niños.

“Fuera de la escuela de ‘Santa María de Guadalupe’ hay una gran pobreza en las calles, desorden, suciedad… sufrimiento. En cuanto se cruza el umbral del colegio comienza el ‘pequeño paraíso’, un lugar donde se recibe cada mañana a los niños con alegría, ternura, bendición… un pequeño jardín de belleza, orden, bondad, verdad, amor. Cuando termina la jornada escolar los niños no quieren dejar el colegio”, explica el P. Belda.

El llevar también la parroquia ofrece a los Cooperadores la posibilidad de cuidar no solo a los niños y jóvenes sino también a sus familias. “Los múltiples servicios parroquiales son preparación, prolongación y complemento del trabajo educativo de la escuela”.

Una característica muy peculiar de la escuela y la parroquia de Santa María de Guadalupe es su completa y total gratuidad. “Todo se sostiene con la constante Providencia que mueve tantos corazones -especialmente de nuestra diócesis de Valencia- que podemos hacer frente a todos los gastos e, incluso, a la ampliación progresiva del colegio y de la parroquia”.

Oratorio de Niños Pequeños: el corazón de la escuela

Como religiosos-educadores-sacerdotes que son, los Cooperadores ejercen su ministerio pastoral en parroquias y colegios a través de peregrinaciones, campamentos, catequesis del Buen Pastor, orientación familiar, convivencias, retiros, ejercicios espirituales, asistencia a comunidades neocatecumenales y atención sacerdotal a comunidades religiosas, entre otros servicios evangelizadores.

Pero sin duda, entre todos ellos destaca el Oratorio de Niños Pequeños. “El oratorio es una realidad netamente evangelizadora que ofrece un itinerario de iniciación a la vida de fe, a la vida de piedad, a la vida eclesial, a la oración, a los sacramentos y a la liturgia, posibilitando un encuentro con Cristo vivo y Resucitado”, explica el P. Rafael Belda.

Esta experiencia comenzó hace ya 30 años en una parroquia de pueblo en nuestra diócesis, y hoy es una realidad que se ha extendido por decenas de colegios y parroquias, en las diversas diócesis de España y en otros países de América latina, Europa y África.

“Si en un cuerpo el corazón es indispensable para la vida, el Oratorio -de niños, de adolescentes, de jóvenes, de universitarios, de adultos…-, es indispensable para la vida del colegio porque anima toda la labor educativa y pastoral, y da vigor a nuestra entrega ministerial haciéndonos portadores de Jesús para los pequeños y los jóvenes, e instrumentos de su encuentro con ellos”, subraya el religioso.

Diez años de andadura

P. Rafael Belda Serra de Cristo Jesús
Servidor Mayor CVMD

El orante del salmo 90 reza diciendo: Mil años en tu presencia, Señor, son un ayer que pasó; una vela nocturna (v. 4). Según esto, si 1000 años son un ayer que pasó… celebrar 10 años de andadura no parecería que tuviera alguna relevancia, y podría parecer incluso hasta ridículo. Diez años de humilde camino congregacional y eclesial no parece que sea un aniversario consistente o realmente relevante. Pero, como decimos diariamente en la Eucaristía: es justo, es necesario, es nuestro deber y salvación, dar gracias al Señor siempre y en todo lugar. Ante una realidad tan precaria y pobre como la nuestra, la gratitud y la alabanza a Cristo es la mejor ofrenda que podemos presentar en medio del Pueblo santo de Dios, tanto en Perú como -muy especialmente- en Valencia, esta Iglesia particular en la que nacimos y a la que amamos como nuestra Iglesia madre.

Mi particular balance de estos años se resume en tres expresiones: humildad, gracias, confianza.

Humildad
En estos 10 años no solo no hemos crecido como Congregación en sus miembros, sino que somos menos de los que comenzamos. Considero que estamos recorriendo un camino de descendimiento, de pequeñez, de purificación… quiera Dios que sea un camino hacia la verdadera humildad, esa que nos pide el Señor Jesús aprender de su Corazón (cf. Mt 11, 29), y esa que quería san José de Calasanz para todos sus hijos espirituales. La misericordia de Dios nos sostiene.

Gracias
En estos 10 años no tenemos sino una inmensa gratitud hacia tantos buenos colaboradores y bienhechores, gratitud hacia la Iglesia particular que camina en Valencia y en el Callao. La diócesis es nuestra Iglesia madre, y nos sentimos queridos y cuidados extraordinariamente tanto por el Pueblo de Dios como por sus Pastores que nos acompañan con solicitud; ellos proveen siempre ante cualquier necesidad. Un agradecimiento muy especial lo tenemos respecto de nuestro padre y pastor el cardenal arzobispo D. Antonio, cuyo cuidado tanto bien nos hace.

Confianza
Muchos nos ayudan con sus bienes (laicos, sacerdotes, comunidades religiosas y monásticas). El mayor bien para nosotros es la oración de intercesión. Y la confianza en Cristo y su Iglesia nos ayuda a seguir adelante a pesar de nuestra pobreza y precariedad. Sentimos a menudo que la desproporción entre nuestras exiguas capacidades y la vastedad de la misión es insalvable. Somos pocos y pobres, y la necesidad que tienen los niños, los jóvenes, los pobres… es inmensa. Sólo contamos con cinco panes de cebada y dos pececillos… Pero el Maestro, un día y otro, nos repite: dadles vosotros de comer. A Él le ofrecemos nuestra pobreza, que acoge siempre pronunciando sobre ella su bendición, y entonces ¡todo se multiplica! (cf. Jn 6). Confiar y perseverar nos es posible con la oración de todos.