En la procesión vespertina del domingo 12, la imagen de la Mare de D’eu “estrenó” el conocido como ‘Manto del Año Mariano Universal’ del año 1954 cuya restauración fue presentada días antes en el Camarín de la Mare de Déu. Se trata del manto “que la ciudad de Valencia regaló a la patrona en 1954 en el marco del Año Mariano convocado por el Papa Pío XII con motivo del centenario de la proclamación del Dogma de la Inmaculada Concepción”, tal y como explicó Juan Melchor Seguí, rector de la Basílica de la Virgen de los Desamparados.
Con esta restauración, sufragada por la Camarera de la Virgen MªDolores Alfonso y su Corte de Honor, “hemos recuperado una pieza de valor extraordinario a nivel artístico y también a nivel sentimental. Un manto que ofreció el pueblo de Valencia por amor a su patrona por motivo de la celebración del Año Mariano Universal cal cumplirse el Centenario de la proclamación del Dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, promulgado por el papa Pío IX”, indicó el rector de la Basílica. Es por este motivo por el que “el manto tiene tonos azules, el color de la Inmaculada”.
Desde la Basílica, Juan Melchor Seguí destacó que “estamos especialmente contentos y satisfechos porque después de ocho meses de restauración, el manto ha vuelto a su esplendor original”.
Por su parte, Mª Dolores Alfonso también indicó que “como presidenta de la Corte es un honor grandísimo que nosotras podamos devolver al pueblo valenciano el manto de la Virgen que regalaron en 1954 con tanta ilusión”. Una ilusión que se verá cumplida cuando “después del traslado iremos a vestir a la Virgen con este manto que estrenará en la procesión vespertina”. Y que, posteriormente, será expuesto en las salas del Museo Mariano.
Manto del Año Mariano Universal o de las 100.000 perlas
Tal y como recordó Pedro Arrúe, el manto del Año Mariano Universal, se confeccionó “tras la iniciativa del entonces rector de la Real Basílica de la Virgen de los Desamparados, Pascual Llopis”. La intención era que el manto estuviera bordado totalmente con perlas y, para ello, “se recogieron donativos en metálico y en perlas de los fieles valencianos”.
El restaurador valenciano comentó que “se trata de una obra de artesanía, tanto por el tejido, de tisú de plata fina sobre seda natural de color azul, como por el rico bordado en oro fino” y por las manos expertas que lo confeccionaron que fueron las de Hernández Doce, del taller de Hijos de Antonio Llana.
De igual manera, explicó que este manto ya fue restaurado en el año 2015 fue restaurado por el departamento de Conservación y Restauración de textiles de la Subdirección General de Conservación, Restauración e Investigación IVC+R de CulturArts Generalitat. En aquel momento se procedió a una “restauración científica” puesto que el manto estaba muy deteriorado por el uso continuado durante casi sesenta años para vestir la imagen de la patrona de Valencia. Habían partes del manto, el vestido y las mangas del Niño donde se pudo apreciar una rotura de los hilos de urdimbre de seda que sujetaban las tramas de hilos entorchados plateados.
Ocho meses para restaurar el manto
Ocho meses han sido necesarios junto al trabajo de ocho personas para devolver al manto “su esplendor” tal y como aseguró Sebastián Marchante, restaurador malagueño que ha dirigido todo el proceso de restauración. “Nuestro objetivo era enriquecer y recuperar esta pieza que tuvo como punto de partida el Año Mariano Universal”.
“No se trataba sólo de una restauración científica, hacer un pequeño arreglo y y está. Esto es una prenda para su uso y es parte de su propia iconografía. Se identifica. Desde el primer momento se abordó para enriquecer una pieza que le pertenece y que mucha gente recordará porque tuvo un punto de partida y una idea muy clara en aquel Año Mariano. Dejamos aparcada la restauración científica y nos pusimos en una restauración más profunda, para devolverle su esplendor, tal como lo concibió el artista en su momento”.
Puesto que, como reconoció, “es un manto que va a seguir teniendo uso” y no va a estar guardado en una vitrina. “Espero que tenga muchos años de vida y que todo el que lo vea le recuerde al manto como fue y si no, al menos hayamos conseguido que lo vea como originalmente lo bordaron”.
Para Marchante, trabajar en el manto “ha sido una gran satisfacción y un orgullo. Pero ojalá pase desapercibido y no se vea mi mano, Simplemente se vea la mano de las personas que lo bordaron en su momento, que fueron unos auténticos especialistas en el bordado por las técnicas, por las mezclas de hilos, las combinaciones de puntadas de relieves, los volúmenes, la maestría de la técnica con la que lo ejecutaron”.
El manto “estaba un poco empañado por la suciedad y todas estas intervenciones que había sufrido en estos años. Se han estudiado los colores originales buscando en los pliegues para encontrar el pigmento más original posible, que no era lo que se veía actualmente, que ya estaba en un color tierra-gris. Era inconcebible que en su momento fuera azul, pero lo era”.
Se consiguió extraer una muestra de la urdimbre para fabricar una pieza nueva en los telares de José Bartual, quien les mostró varias tonalidades de azul hasta que se descantaron por la que actualmente luce el manto. “Ha sido un trabajo arduo puesto que habían zonas donde, al haber perdido perlas, decidieron pegar lentejuelas o cristales. Ha habido que limpiar la zona y quitarle los restos de adhesivo”, comentó. Y conseguir perlas para suplir los huecos.
“Pienso que humildemente ha recuperado el esplendor que tuvo en su momento”, concluyó el restaurador.