Reconstruir la historia del Santo Cáliz como si de un puzzle se tratara y buscar nuevas piezas para encajar en el relato es el objetivo de los investigadores valencianos. Los frutos de años y años de trabajo se dieron a conocer en el II Congreso Internacional del Santo Cáliz, que tuvo lugar a principios de mayo.

Foto del facsímil de la representación del original, de la Biblioteca Nacional de España.

EVA ALCAYDE | 13.05.2021
En los 2.000 años de historia que acompañan al Santo Cáliz de Valencia hay luces y sombras. Existe una historia documentada y también lagunas históricas que los investigadores tratan de rellenar.

Según relata la tradición, tras ser utilizado por Jesús en la Última Cena, San Pedro se encargó de llevar el Santo Cáliz a Roma. Allí permaneció, conservado por los Papas sucesores hasta Sixto II (258 d.C.), quien se lo entregó a su diácono San Lorenzo para su protección tras la persecución del emperador Valeriano que prohibió el culto cristiano. San Lorenzo, antes de su martirio, le entregó a Precelio, un legionario hispano, una serie de reliquias entre las que se encontraba el Cáliz, para enviarlas a Hispania.

Existen documentos, pinturas y representaciones escultóricas que acreditan estos hechos, como un fresco en la basílica de San Lorenzo Extramuros de Roma, donde se representaba este relato, (aunque la pintura fue destruida en 1943) o un capitel en la Catedral de Jaca que también recoge la historia de Sixto II y San Lorenzo. También es significativa la Plegaria Eucarística contenida en el Canon Romano de la Misa (siglo II) que en el momento de la consagración del vino incluye la frase “este mismo cáliz famoso”, es decir, “que todos conocéis”, fórmula que no aparece en ninguna otra plegaria eucarística de la Iglesia occidental ni tampoco de la oriental.

Por otro lado, un punto de inflexión fundamental en la Historia es el acta de entrega de 1.399 del Monasterio de San Juan de la Peña al rey Martín el Humano. A partir de ese momento ya quedan documentados y registrados seis siglos en la historia del Santo cáliz.

Pero entre esto dos momentos –finales del siglo III y año 1.399- existen unos mil años, prácticamente toda la edad media, donde existe un gran paréntesis, “un auténtico agujero negro en la historia del Santo Cáliz”, tal y como lo califica el coordinador de la sección histórica del II Congreso Internacional del Santo Grial, Jesús de Salvador. Y es precisamente en esta época donde han incidido las investigaciones de los últimos años, que pretenden aportar luz en esa oscuridad milenaria y que se presentaron en el congreso, celebrado a principios de mayo, con motivo del Año Jubilar ‘Cáliz de la Pasión’.

El Códice Emilianense del siglo X
Jesús de Salvador, doctor en Derecho de la Universidad Católica de Valencia y experto en el Santo Cáliz , lleva 12 años -desde el anterior Congreso del Santo Cáliz- buceando entre las crónicas de los monasterios y de las monarquías aragonesas y navarras, en biblias antiguas, en libros de beatos y libros de Historia del Arte, siguiendo la trazabilidad de la reliquia, dando pasos hacia atrás para ir rellenando esas lagunas y encajar poco a poco las piezas del puzle de la historia.

Su investigación ha dado sus frutos y aporta indicios que adelantan en más de un siglo la primera representación iconográfica del Santo Cáliz. Los resultados, dados a conocer en el II Congreso del Santo Cáliz, determinan además, que la reliquia “estaba ya entonces, en el siglo X, en posesión de los reyes de Navarra y condes de Aragón”.

En concreto, el investigador valenciano ha encontrado en el Códice Emilianense del siglo X, en San Millán de la Cogolla (La Rioja), un documento histórico terminado escribir en torno al año 990, que recoge un compendio de hechos históricos, políticos y religiosos de la época, en el que figura una representación de los reyes de la dinastía Jimena, y aparece la Reina consorte, Doña Urraca, portando un cáliz, veteado, con un soporte vertical para sujetarlo en forma de palo.

Se trata de un documento con nueve cuadrantes en los que están representados el Rey de Navarra Sancho Garcés II y otros personajes como los Reyes Visigodos Chindasvinto y Égica, entre otros. Todos los personajes aparecen representados con sus atributos: la vara, el cetro de mando, un pergamino, una biblia…

“Junto a estos personajes se encuentra la esposa del rey, la reina navarra doña Urraca, algo poco usual para la época, portando en su mano el Cáliz, que no tiene aún las asas para cogerlo, porque estas se incorporaron más tarde, sino un palo”, explica Jesús de Salvador, que reconoce que aunque ya conocía la existencia de los ‘cálices con palito’ no lo había visto nunca representado. “Hubo un momento en que el Cáliz era la copa superior sujetada por un palo para no tocarla por ser considerado como un objeto sagrado”, añade Salvador.

Frescos de la Capilla de Santa Catalina de la Seu d’Urgell.

Tras el descubrimiento de esta representación iconográfica en el Códice Emilianense, el autor de la investigación comparó esa imagen del cáliz con otras similares. “Esa imagen la contrasté con un cáliz de marfil, y con palo que está en el Museo de Arte Metropolitano de Nueva York de la época de Herodes, modelo de cáliz que también está representado en unas pinturas que estaban ocultas en la capilla de Santa Catalina de la Seu d´Urgell, en un fresco románico de la Última Cena, en la que San Pedro lleva ese tipo de copa con el mismo tipo de soporte”, explica.

Este hallazgo permite “retroceder en el tiempo un siglo o dos al menos, desde los más antiguos documentos que hasta ahora se tenían en arquitectura, en pinturas e incluso en el acróstico del siglo XI descifrado por doctor Gabriel Songel, profesor de la Universitat Politécnica de Valencia”, explica Jesús de Salvador.

En la representación del Códice Emilianense de San Millán de la Cogolla la copa es troncoide y está veteada, otra de las características de la copa de ágata del Santo Cáliz conservado en la Catedral de Valencia, y que se enlaza también con otro documento datado en el 960, en el que el notario del padre de la Reina navarra Doña Urraca, que es el conde Fernán González, recoge un dibujo de un cáliz aparentemente refulgente, que parece de fuego por la iluminación que recibe, y otro con palito.

Este documento, por lo tanto, retrocede hasta el siglo X la primera representación iconográfica que se conoce sobre el Santo Cáliz que se conserva en la diócesis de Valencia y supone un paso más en el afán de los investigadores por rellenar las lagunas históricas de la reliquia y seguir así aumentando la legitimidad del Santo Cáliz de Valencia como aquel que estuvo sobre la mesa en la Última Cena.