Las grupos, que son reducidos, se reúnen habitualmente en las casas. (FOTO: A.SÁIZ)

CARLOS ALBIACH | 12.12.2019

“Una sociedad sin madres sería una sociedad inhumana, porque las madres saben testimoniar siempre, incluso en los peores momentos, la ternura, la entrega, la fuerza moral”. Estas palabras del papa Francisco en ‘Amoris Laetitia’ nos muestran la importancia de una madre para sus hijos. Una entrega que también se muestra en la oración escondida de muchas madres que nunca dejan de rezar por sus hijos y sus problemas, proyectos, anhelos… Este es el espíritu de la ‘Oración de las madres’ (‘Mothers Prayers’), una realidad presente en todo en el mundo y a través de la cual pequeños grupos de madres se reúnen semanalmente para rezar por sus hijos. En la diócesis de Valencia comenzó hace seis años y hoy hay más de 20 grupos.

La ‘Oración de las madres’ nació en 1995 en Inglaterra de mano de Verónica Williams, que preocupada por la realidad a la que se enfrentaban sus hijos en la juventud decidió ir al Parlamento para ver si se realizaba alguna ley y allí no encontró respuesta. Esta situación le hizo ver la importancia de rezar por ellos. Así, junto a su cuñada, comenzó a realizar esta oración a través de unas sencillas oraciones que ella mismo escribió. “Pide y se te concederá”, fue lo que vio que Dios le suscitaba. Poco a poco esta iniciativa fue expandiéndose por todo el mundo y está presente en 126 países. De hecho, el libro que se utiliza en los encuentros está traducido a 40 idiomas.

¿Cuál es el espíritu de la ‘Oración de las madres?. Como explica Elena Colomina, coordinadora de esta realidad en Valencia, “es el del abandono”. “Las madres estamos siempre preocupadas por nuestros hijos y especialmente a partir de una edad queremos controlarlos, y no podemos, y eso nos agobia. Por eso hemos aprendido que los hijos no son nuestros y tenemos que dejarlos en manos de Dios”.

Los grupos de ‘Oración de las madres’ están formados de 2 a 8 mujeres, que no siempre tienen que ser madres, ya que puede ser una madre espiritual y rezar por sobrinos, ahijados o hijos de otras madres. Se reúnen semanalmente en una casa, o algunos grupos en una parroquia. En la reunión rezan las oraciones que están recogidas en el libro y en las que se da gracias por el don de la maternidad y se pide la protección de Dios para los hijos. Para ello se comienza invocando al Espíritu Santo. También se lee el Evangelio del día o una lectura de la Biblia al azar.

“Todo se hace en un clima de libertad y de confidencialidad, la unión entre las madres es muy fuerte”.

En el momento más importante de la reunión las madres ofrecen a sus hijos. Para ello, además de expresar en voz alta quien lo desee libremente su oración o algún problema o inquietud, se depositan en un cesto, que significa las manos de Dios, unos discos de papel., que son redondos para simbolizar que el amor de las madres es infinito. En ellos se pone los nombres de los hijos, así como el del marido y el de la propia madre.

La cesta está a junto al resto de signos presentes como son una cruz; una vela, que recuerda que Cristo es la luz del mundo, y la Biblia.
Como explica Colomina “todo se hace en un clima de libertad y de confidencialidad, la unión entre las madres es muy fuerte”. Su experiencia, como la de muchas madres, “es impresionante”. “Tiene mucho poder. Son muchos los frutos que he visto en mi grupo como los hijos que han vuelto a la fe, curaciones físicas o reconciliaciones familiares”.

Además, cada grupo adopta un sacerdote y reza por él, tal y como se ve en que se deposita un círculo con su nombre. El sacerdote también reza por el grupo y por sus hijos.

En España la ‘Oración de las madres’ comenzó en Madrid hace 19 años. “Una amiga me comentó lo que era y me entusiasmó la iniciativa”, relata Elena, que inició esta experiencia junto a otras mujeres en Valencia. Aquí además tienen varias veces al año una eucaristía en la capilla del Santo Cáliz.

Uno de los grupos se encuentra en la parroquia Ntra. Sra. de Lepanto de Castellar. Una de sus integrantes, Conchi, relata que su participación ha sido un gran consuelo: “te ayuda a acogerte a Dios y que él interceda por nuestros hijos y nietos”.