El milagro eucarístico de los Corporales de Llutxent fue uno de los motivos más inmediatos que impulsó en el año 1264 al papa Urbano IV a instituir en la Iglesia Universal la fiesta del Corpus Christi mediante la bula Transiturus de hoc mundo que firmó y promulgó ese mismo año. ¿Qué fue lo que le relataron al Santo Padre para que entendiera aquello como una señal de que el Señor quería que fuese instituida la fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo? Esta semana en PARAULA lo contamos.

Uno de los mosaicos de cerámica valenciana que narra el milagro de los corporales y que se puede contemplar en la ermita de la Virgen de la Consolación de Llutxent. FOTO: M.GUALLART

BELÉN NAVA | 18.02.2021
Sábado 23 de febrero de 1239. Están en marcha diversas campañas militares que, finalmente, conducirán a la conquista del reino de Valencia por parte de Jaume I. Las tropas cristianas formadas por tercios de Teruel, Daroca y Calatayud se disponían a recuperar el castillo del Xio, cerca de Llutxent. El capellán de las tropas, Mateo Martínez, natural de Daroca, celebraba momentos antes misa. Consagró seis formas destinadas a la comunión del caballero Berenguer de Entenza y a otros cinco capitanes de aquellas tropas. Sin embargo, un ataque sorpresivo del enemigo obligó a suspender la misa. El capellán ocultó las formas, que ya estaban consagradas, en un pedregal del monte, envueltas en los corporales.

Rechazado el ataque del que salieron los cristianos victoriosos, los caballeros pidieron al sacerdote que les diera la comunión en acción de gracias por la victoria. Mosén Mateo fue al lugar donde las había escondido y se encontró las seis hostias empapadas en sangre y pegadas a los corporales. Los comandantes tomaron este hecho como una señal divina e hicieron que el sacerdote levantara el corporal, manchado de sangre, como un estandarte. Volvieron a batalla contra los moros, y el castillo del Xio fue reconquistado. El mérito de esta batalla triunfal se atribuyó a este milagro eucarístico que los capitanes y el capellán habían presenciado.

A lomos de una mula
Cada uno de los caballeros creía que el sagrado corporal debía de ir a su ciudad. Al no llegar a un acuerdo decidieron hacer un sorteo. Tres veces, la ciudad de Daroca fue escogida. Los representantes de Calatayud y de Teruel no estaban conformes con la decisión por lo que se decidió poner el asunto en manos de Dios. Así, se introdujeron los corporales en una caja de madera que se colocó a lomos de una mula sarracena que jamás había pisado tierras cristianas. El animal emprendió su marcha libremente y, doce días después, llegó exhausta al convento de San Marcos de Daroca, donde cayó muerta. Cuentan que durante el camino sucedieron muchos milagros. Aunque durante los primeros nueve años, los corporales estuvieron guardados allí, fuera de las murallas de Daroca, con el tiempo se trasladaron a la iglesia (ahora basílica) de Santa María de los Sagrados Corporales.

En 1495 los Reyes Católicos regalaron a Daroca un nuevo relicario de metal precioso para preservar los sagrados lienzos. Como agradecimiento y sabedores de su devoción, el cabildo regaló a la reina Isabel la santa hijuela. A su muerte, la reina se la legó a doña Beatriz de Bobadilla, marquesa de Moya, que la llevó hasta su marquesado en Carboneras de Guadazaón (Cuenca). Doña Beatriz la dejó depositada en la iglesia del convento de los dominicos erigida en 1500.

El milagro generó una complejísima liturgia de homenaje y exaltación del Santísimo Sacramento “que ayuda a explicar el hermanamiento de Daroca, Llutxent y Carboneras de Guadazaón”, explica el párroco de Llutxent, Edwing Anaya.

Procesión y adoración
Tradicionalmente, aunque este año los actos variarán debido a la pandemia, “el día 24 de febrero es cuando se celebra una solemne eucaristía en la iglesia-monasterio del Corpus Christi y por la tarde, la solemne procesión desde allí, hasta el templo parroquial. Al finalizar ésta, se venera la reliquia del beato José Aparicio, natural de Enguera, y mártir de la persecución religiosa de 1936, que fue quien recuperó la tradición de celebrar el misterio y fundó la hermandad. Un párroco normal que entregó su vida dando testimonio por la fe y la eucaristía”, comenta el párroco.

Este año se mantendrá el triduo eucarístico los días previos y el día de la fiesta se celebrará a las 12 una misa mayor con aforo reducido y, posteriormente, una exposición del Santísimo. A las 13:45h. se rezará la hora nona y ya por la tarde, se celebrarán las vísperas solemnes y la procesión claustral.

Tras ella, y desde la puerta de la parroquia de la Asunción de Nuestra Señora, se impartirá la bendición a todo el pueblo de Llutxent.