Para muchas familias en situación de vulnerabilidad el final del curso escolar supone también el final de la beca del comedor. Y con ello, plantearse cómo cubrir las necesidades básicas de alimentación de sus hijos. ‘Un verano diferente’ trata de ser una solución para ellos a lo largo del mes de julio. Desayuno, almuerzo y comida junto a diversión para los más pequeños.

❐ BELÉN NAVA| 6.07.2023

Los niños viven, a lo largo del mes de julio, una forma diferente de ir al colegio. A.SAIZ

as clases han terminado. Hace una semana que las aulas de los colegios están vacías. El silencio, por primera vez, se apodera de los patios. Por los pasillos ya no se oyen las risas de los niños. En todo caso, resuenan los pasos de los profesores que todavía acuden a los centros a ultimar informes para cerrar el curso y dar las primeras pinceladas a las programaciones del próximo.

No es así en los colegios diocesanos Santiago Apóstol del Cabanyal y Nuestra Señora de los Desamparados de Nazaret. Sus puertas han vuelto a abrirse y continuarán así hasta la última semana de julio. Las aulas vuelven a estar llenas y sus patios bullen de energía. Sin embargo, los libros han sido sustituidos por juegos y el único examen al que tienen que enfrentarse es el de disfrutar al máximo de la experiencia.

En esta ocasión los alumnos son niños y niñas que forman parte de ‘Un verano diferente’, la iniciativa que hace siete años puso en marcha la Fundación ‘San Vicente Mártir’ Colegios Diocesanos, la Universidad Católica de Valencia (UCV), y Cáritas Diocesana con el objetivo de ayudar a los niños y niñas cuyas familias, por su situación social o económica, se encuentran en especial vulnerabilidad y requieren de apoyo en vacaciones.

En estos dos colegios, además de ofrecer desayuno, almuerzo y comida, llevan a cabo actividades complementarias con los niños para educar en hábitos saludables y comparten momentos de ocio y deporte.

Tanto es así, que en el colegio Santiago Apóstol, esta primera semana, los niños y niñas, desde los más mayores hasta los más pequeños, están aprendiendo a jugar al baloncesto gracias a la colaboración del Campus Social Kellog’s y del campus de basket María Pina que ha puesto a disposición del centro tanto equipamiento deportivo como entrenadores para enseñarles aspectos básicos, habilidades y fundamentos del deporte de la canasta. Y aunque los niños no fueran conscientes de ello, de la mano de la propia María Pina, que hasta hace un año jugaba en la élite de nuestro baloncesto. 17 temporadas en la Liga Femenina Endesa y más de 20 como jugadora y 41 veces internacional con la Selección Española.

“Esta colaboración con el Campus Social Kellog’s nos da la posibilidad de que los niños estén una semana practicando un deporte, en este caso el baloncesto”, explica Lorena Tejedor, profesora del centro y coordinadora de esta edición de ‘Un verano diferente’. “Es una forma de que los niños se ejerciten e interactúen entre ellos. Además, en esta primera semana en la que algunos no se conocen entre ellos favorece el que comienzan a crear esos primeros lazos de amistad”, puntualiza.
Porque el colegio no abre sus puertas solo a los alumnos del centro sino que también a aquellas familias del barrio que lo necesitan. “Hemos ido viendo como poco a poco el perfil de las familias que formaban parte de esta iniciativa ha ido cambiando y eso, en parte, también beneficia a los propios niños. Es una manera de romper con ciertos prejuicios y de favorecer la integración y es algo que es muy positivo tanto para nuestros alumnos como para los niños que vienen de otros colegios”.

Este aspecto también es compartido por Víctor Gil, profesor del colegio Nuestra Señora de los Desamparados. “Estamos abiertos al barrio y a las parroquias cercanas. Son ellas las que, a través de la Cáritas parroquiales, nos derivan a las familias que consideren que tienen necesidad y que pueden formar parte del proyecto”, comenta. “Ciertamente hay un cambio, yo diría que viene condicionado con el tiempo de antes de la pandemia y tras la pandemia. Tras la pandemia ha aumentado el número de niños que participan en ‘Un verano diferente’, que tienen necesidades sociales que no están cubiertas. Y tanto esta, como otras iniciativas que se realizan en la parroquia en el mes de agosto como es el campamento de los Scouts, son importantes para la integración y para su desarrollo personal”.

Clases de inglés, juegos, talleres, repaso, guerras de globos de agua…que no podría ser llevado a cabo sin los voluntarios que aparcan sus vacaciones para dedicárselo a los más pequeños. Su procedencia es diversa, desde jóvenes que ya son voluntarios a lo largo del curso escolar hasta estudiantes de la Universidad Católica de Valencia pasando por chicos y chicas que llegan desde Comunidades Parroquiales de Tafalla y Burlada (Pamplona) y la ONG de los Misioneros Redentoristas.

Generosidad de los valencianos
Además de diversión, las familias que participan en ‘Un verano diferente’ saben que sus hijos “van a poder disfrutar de una dieta saludable y que el desayuno, el almuerzo y la comida están garantizadas”, comenta Lorena. Unas comidas que se sufragan a través de Cáritas Valencia “y de la generosidad del pueblo valenciano”, indica Ignacio Grande, presidente de la entidad sociocaritativa.

“Nosotros lo que estamos haciendo es seguir las instrucciones que nos dijo en su momento don Antonio Cañizares y que, ahora, nuestro Arzobispo, don Enrique, ha querido continuar con esta iniciativa tan bonita y sufragar estos gastos de mantener abiertos los colegios en el periodo vacacional y garantizar la alimentación adecuada del alumnado con el desayuno, el almuerzo y la comida que corre a cargo de Cáritas”.

Porque tal y como afirma, el objetivo principal no es otro que “dar respuesta a las familias que se encuentran en situaciones económicas complicadas y por tanto sus hijos están también en situación de vulnerabilidad y generar un espacio para que los chavales estén acompañados a la vez que se garantiza la manutención cuando el comedor escolar cierra”.