El 28 de julio más de 500 jóvenes valencianos emprendieron un viaje de 130 kilómetros -divididos en seis etapas- recorriendo el Camino de Santiago desde A Costa da Morte hasta la capital compostelana para participar en la Peregrinación Europea de Jóvenes (PEJ). Acompañados por monseñor Arturo Ros, obispo auxiliar de Valencia y presidente de la subcomisión episcopal de Juventud e Infancia de la Conferencia Episcopal Española (CEE), los valencianos participaron en los principales actos programados que reunieron a más de 12.000 jóvenes europeos. A la vuelta, las mochilas iban cargadas de ilusión, esperanzas y promesas de fe renovadas.

❐ BELÉN NAVA | 15.09.2022
“Este va a ser el Camino de vuestras vidas”. Son las palabras que Virgilio González, delegado diocesano de Infancia y Juventud dirigió a los valencianos que tomaron parte en la Peregrinación Europea de Jóvenes (PEJ) en Santiago de Compostela nada más pisar tierras gallegas. Y son unas palabras que se quedaron grabadas a fuego en el corazón de Candela Pérez una de las jóvenes que participaron en la peregrinación diocesana.

“Eran 120 kilómetros desde Cee hasta Santiago de Compostela, una simple distancia física entre dos puntos que se convirtió en la mejor experiencia de mi vida”, afirma con rotundidad.

Fueron 12 días de búsqueda, oración y entrega. “Tras meditarlo una y otra vez con mi gran amiga María, el 10 de mayo me lancé a las inscripciones con un poquito de miedo e incertidumbre, no nos vamos a engañar, ya que eran una experiencia nueva donde no conocía a nadie y donde no sabía que era lo que me iba a encontrar”.

El inicio del Camino que realizaron los valencianos el pasado 28 de julio llegó con una cálida acogida del pueblo. “Nuestra bienvenida fue a lo grande. Tuvimos una misa africana donde había un coro autóctono de Costa de Marfil que nos hizo vivir una experiencia única, un ofertorio con bailes, una acción de Gracias cantando y bailando… bueno algo que nunca lo olvidaremos y por la noche un concierto del rapero Grillex”, recuerda Fátima Gallardo, otras de las jóvenes que participaron en la peregrinación.

El Camino se convirtió en una metáfora de la vida, con sus momentos buenos y menos buenos. “Cada etapa era una lección nueva para nuestra vida, en cada momento podías reflexionar en qué se parecía el Camino a tu vida. Fueron unas etapas con algunas subidas duras pero las vistas eran espectaculares…”, recuerda Fátima”. “Eran paisajes que te incitaban a contemplarlos, a rezar y dar gracias a Dios por la grandeza que eran. De hecho uno de los momentos más bonitos que guardo fue en una etapa que llegamos a la cima de la montaña y se veía todo el mar y nos quedamos una amiga y yo rezando, en silencio, con una paz que decíamos ¡esto es un trozo de cielo!”.

“También descubres que hay tiempo para todo, que hay gente siempre a tu lado dispuesta a darte un empujón y levantarte la mochila o darte agua, que a lo largo de tu vida van a ir apareciendo personas increíbles y hay que salir un poco de tu zona de confort… pero lo más importante es lo que me dijo el sacerdote en la confesión: Jesús camina siempre a nuestro lado, Él es fiel y nunca falla”, puntualiza.

En la misma línea se expresa Candela. “Me sentía tan llena de amor que ni siquiera sentía el cansancio, el calor, ni el dolor de pies. Recuerdo que mis catequistas Miriam y Andrés nos repetían constantemente: “Buscadle”. Sé que en gran parte ha sido gracias a ellos y a mi familia quienes me han impulsado a vivir momentos especiales junto a Dios, entre ellos, esta experiencia…¡Ah!, y sí…Le he encontrado”. Por eso no duda en animar “a todos aquellos jóvenes que estén dudando, no se atrevan o simplemente les de pereza a buscar a Jesús, a seguirle porque en Él está la Verdad”.

Y es que, en definitiva tal y como apunta Fátima “te dabas cuenta que no necesitamos tantas cosas, que con lo imprescindible se puede vivir y disfrutar”.

Uno de los momentos más emocionantes de esta peregrinación diocesana fue cuando por fin llegaron a Santiago. “Subir hacia la plaza del Obradoiro con dos banderas gigantes, una de España y una ‘senyera’ gritando y cantando…fue impactante”, reconoce la joven valenciana.

Además, Fátima, como integrante de Juventruth, junto con Lourdes, impartieron un taller de feminidad cuyo tema era ‘Mujer auxilio de Dios’. “Fue súper bonito ver cómo la gente salía de allí con esperanza, con una nueva idea de lo que significa ser mujer y esa llamada a la maternidad que tenemos en especial las mujeres (tanto biológica como espiritual). Sinceramente, nos asustamos un poco cuando nos dijeron el tema pero una vez empezamos a leer artículos, libros y preguntar al Espíritu Santo vimos que no era tan difícil transmitir la esencia de la mujer. Es verdad que había muchísimos talleres y de cualquier temática cosa que te costaba mucho elegir a cual ir pero cubría los gustos de todo el mundo. Fueron días de formación, de disfrutar en los conciertos, de ver la cantidad de jóvenes como tú, con sed de Dios, con ganas de luchar por vivir una vida auténtica y eso te llena de ganas, de paz y de fuerza para seguir siendo apóstoles en el día a día”.

Tanto para Candela como para Fátima estos días han sido un auténtico regalo en el que han vuelto con las mochilas cargadas de nuevas experiencias. “Ha sido un auténtico regalo del de arriba”, reconoce Fátima que ya piensa en la próxima cita que reunirá a jóvenes católicos de todo el mundo. “La Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) nos espera en menos de nueve meses en Lisboa” y recuerda el lema de la PEJ “para que lo tengamos muy presente siempre: joven levántate y sé testigo”.
Candela se queda “con los rostros de todos los jóvenes con los que me fui cruzando, rostros de felicidad que reflejaban sin duda alguna el amor de Dios rebosando cada uno de sus corazones. Sin duda, nuestros pies estaban en las calles de Santiago pero lo que está claro es que el corazón lo teníamos en el cielo”. Y no duda al concluir que “esta experiencia me ha enseñado a amar sin medida y a tope. Como dijo uno de los sacerdotes que nos acompañaba durante esos días: vivir la fe es increíble pero compartirla es extraordinario”.

Junto a monseñor Arturo Ros
El obispo auxiliar de Valencia, monseñor Arturo Ros, acompañó al grupo valenciano en Santiago, impartió una catequesis a cerca de 500 jóvenes y tomó parte en el acto de recepción del legado pontificio, el cardenal António Augusto dos Santos Marto, obispo emérito de Leiria-Fátima, enviado especial del papa Francisco para esta PEJ. Éste se mostró “impresionado por la alegría que los jóvenes han traído a Santiago”. Junto a autoridades civiles, estuvieron presentes el arzobispo compostelano, monseñor Julián Barrio; el Nuncio apostólico de España, monseñor Bernardito Auza y una amplia representación de los obispos de España.

Siguiendo la idea de poner el foco en los jóvenes como protagonistas de esta experiencia, nuestro obispo aseguró que “los jóvenes han sido nuestra inspiración” para celebrar esta peregrinación Europea y agradeció la presencia de todos ellos.