A orillas del mar y a escasos metros de la playa del Cabanyal, sorprende un chalé modernista típico de estas zonas marítimas con una pequeña campana arriba y una cruz en la fachada. A los que pasan por allí, entre ellos muchos turistas, sorprende al asomarse por la puerta ver una pequeña iglesia en la que destaca la imagen de una Virgen sobre una barca. Se trata de la parroquia Ntra. Sra. de la Buena Guía, cuya advocación mariana es la patrona de los pescadores. Una parroquia, que desde su fundación en los años 60, ha estado con los que más necesitados.

El párroco, junto a asistentes a la formación. Foto: A.Saiz

❐ CARLOS ALBIACH | 24.11.2022
En la parroquia de la Buena Guía, del Cabanyal-Canyamelar la labor caritativa y social es una de sus señas de identidad. Este año, coincidiendo con la fiesta de su titular, el domingo 27 de noviembre, lanza una novedosa iniciativa, la red Bona Vía, que pretende coordinar desde la Cáritas parroquial toda la ayuda social en colaboración con distintas entidades del barrio.
En el año 1958, el padre Vicente Castelló fundó la parroquia en esta emblemática localización y buscó siempre ayudar y apoyar a los pescadores y a todo el que lo necesitase. Asimismo, creo tras la parroquia una guardería para atender a los niños. Su intención, por tanto, es que fuera un lugar de acogida para todo el barrio. De esta iniciativa la parroquia siempre ha tenido una especial atención a los que más sufren y los que más necesitan. De hecho, a lo largo de su historia siempre ha tenido una especial sensibilidad y acogida por algún colectivo con dificultades.

Hoy la parroquia impulsa una ingente labor social y más allá de esa ayuda busca acoger a todo el que acuda allí por diferentes motivos y pueda descubrir también una comunidad que le acoge y que le ayuda. Con toda la labor que realizan buscan favorecer el crecimiento integral en todas las dimensiones del ser humano. En la puerta de la parroquia ya se descubre toda esta actividad y es que en sus locales se imparten cursos de todo tipo, entre los que destaca el de español para inmigrantes. A él acuden sobre todo jóvenes africanos que han llegado a nuestro país buscando una vida mejor y que apenas tienen recursos para abrirse un camino de esperanza. También ofrecen cursos de cocina, de sanidad, de pladur, entre otros muchos.

Toda esta labor social que están impulsando la llevan a cabo desde la Cáritas parroquial y a través de la recién creada Red Bona Via: “es un lugar, un espacio, para trabajar por la promoción humana desde nuestra identidad cristiana con las Cáritas del entorno y con otras entidades sociales del barrio o de la ciudad para apoyar especialmente a los inmigrantes en esta promoción humana, de inclusión y para que se sientan acogidos”, señala el párroco, Manuel Bacaicoa. Esta iniciativa se presenta a la sociedad el viernes 25 de noviembre en la parroquia.

La idea, como destaca el párroco es que se pueda trabajar en red con distintas asociaciones y que se puedan aprovechar sus recursos y espacios, así como ellas de los de la parroquia. De ahí, por ejemplo que si una entidad ofrece un curso que puede interesar a las personas acogidas se pueda aprovechar e incluso ofrecer en los espacios de la parroquia.

En el área de promoción humana ofrecen atención a necesidades básicas a través de ayudas concretas como tarjetas solidarias para comprar productos de primera necesidad en los comercios. También ofrecen asesoramiento para la solicitud de ayudas de diversa índole y la formación para facilitar el encontrar un empleo.

Por encima de todo, destaca el párroco, “lo que buscamos es acoger, que sientan que están en su casa, y que aquí les ayudamos y pueden conocer, compartir con otras personas”. Una de las virtudes de todo el trabajo que están realizando es que las personas que forman parte de él “pueden ser usuarios, técnicos y voluntarios”. De hecho, algunas de las personas que dan los cursos llegaron allí para recibir formación o ayuda y ahora son ellos la que la brindan. “Es dar y recibir, un modelo muy bonito, en el que todos nos favorecemos de lo que cada uno puede aportar”, destaca.

“Pienso que es mejor darles la caña que el pescado”. Con esta frase el director de la Cáritas parroquial, José Antonio López, explica la importancia de dar formación “para que puedan trabajar y encontrar una forma de vida”. Él mismo, que es aparejador, da cursos de instalación de pladur. “Considero que el proyecto de la Bona Via es muy bonito, me parece que es participativo y de utilidad, se aprovechan todas las personas, que pueden interaccionar, además de ser usuarios, participantes y/o técnicos. Es una gran ventaja trabajar junto y así ir más allá de lo que sería trabajar solos”, apunta.

También, destaca Manuel, “queremos que la parroquia sea un sitio para estar y para compartir”. De hecho, mientras se realizan los cursos siempre hay voluntarios para ofrecer un café o tener un tiempo para compartir. Para generar esa convivencia y crear comunidad también impulsan diferente actividades lúdicas o culturales, donde también se pueda ver la riqueza de cada pueblo.

Una de las voluntarias es Gilda que llegó de Perú hace tres años, e imparte clases de español. “Es una experiencia formidable porque poco a poco veo que van avanzando. Lo principal es que hablen y entiendan lo que les dicen para que puedan trabajar e integrarse en la comunidad”, apunta. La voluntaria destaca que los alumnos mayoritariamente son jóvenes africanos, “que gracias a su edad absorben todo muy bien y aprenden rápido”.

Patricia Lugo, natural de Colombia, también es voluntaria de la parroquia. Está atendiendo gente o facilitando el encuentro sirviendo algún café a los que van a realizar los cursos. Ella desde que llegó ha realizando, y realiza, diferentes cursos, como el de cocina mediterránea que está recibiendo en este momento, “con el que nos facilitan poder trabajar en restaurante, ya que como empleada doméstica o cuidando ancianos no siempre hay”. “Aquí aprendes y compartes lo que tienes. Nos ayudan a ubicarnos en el país y nos enseñan a movernos”, destaca.