La elaboración de los helados la realizan en el obrador del convento las mismas religiosas.

❐ CARLOS ALBIACH | 13/07/2023
Con la llegada del calor del verano, ¿a quién no le apetece un buen helado? Ahora los vecinos y visitantes de Gandia tienen la oportunidad de adquirir helados artesanales hechos en un clima auténtico de ‘ora et labora’. Los hacen las Hermanas Pobres de Santa Clara, conocidas como clarisas, del histórico convento de Santa Clara de la ciudad ducal, quien este año vuelven a ofrecer los helados que ellas mismas realizan en su obrador. Y además hay para todos los gustos: limón, fresa, almendra, café, yogur, yogur con oreo, entre otros sabores. Además, están ya haciendo pruebas para los de vainilla y mantecado.

Los beneficios de estas ventas están destinados al sostenimiento del convento, formado actualmente por nueve hermanas. Hay que tener en cuenta que sus únicas fuentes de ingresos son las limosnas y lo que adquieren con la venta de este tipo de productos. Como indica la abadesa, sor Israel María, “nosotras estamos llamadas a vivir en la pobreza y esa pobreza nos hace trabajar, siempre un trabajo manual, para vivir, tal y como decía San Francisco de Asís. Sin olvidar que el trabajo es fruto de la gracia de Dios”. Una vida sencilla como la que llevan en este convento de clausura y a través de una producción sencilla de helados que realizan las hermanas más jóvenes, labor en la que siempre está presente la oración. “Mientras trabajamos no nos olvidamos de pedir por todos y por las intenciones que nos llegan”, apunta la abadesa.

La fabricación de helados comenzó el año pasado y tuvo bastante éxito entre los vecinos de Gandia. La idea se la dio una comunidad de clarisas de Mallorca, donde ya lo hacían. Así que fueron allí a aprender, y no sin dificultades, lo implementaron en Gandia. También en Navidad quieren ofertar las pastas típicas de estas fiestas.

¿Cuál es la misión de las religiosas de clausura? La hermana sor Israel explica que “se trata de una misión callada, escondida, en el corazón de la Iglesia”. “Día a día damos nuestra vida a la Iglesia y Jesucristo a través de la oración, rezando por todos para que la alegría de la Pascua, de Cristo Resucitado, llegué a todos”, explica.

A pesar de vivir en la clausura están muy presentes en la vida de la ciudad y de la Iglesia que camina allí. “Las parroquias nos tienen muy en cuenta y nos hacen partícipes de su vida pastoral para que recemos por ellas. También realizan algunas celebraciones en nuestra iglesia”. Además tienen su gran tesoro: la adoración eucarística perpetua, abierta las 24 horas del día y cubierta por adoradores en cada franja horaria.

También realizan convivencias vocacionales dos veces al año y el acompañamiento a las chicas que están discerniendo si Dios les llamaba a la vida contemplativa.

“Dar la vida por Cristo”
Sor Israel destaca que su vida es una vida “de sencillez y pobreza” y ven como el Señor les cuida y también “les bendice” con nuevas vocaciones. Ella es natural de Denia y lleva 24 años de vida religiosa. “Mi vida ha sido un auténtico regalo. Es lo mejor que me ha podido pasar. Entregar mi vida al Señor es lo que le ha dado sentido. Veo que el camino que he andado con Él ha sido precioso, Él lo es todo. Si le dejas hacer una historia, Él hace una historia preciosa”, explica.