❐ L.B. | 02.03.2023
Una nueva luz va a brillar en el barrio valenciano de Benicalap. Será la nueva casa que las Hermanitas del Cordero abrirán para poder desarrollar en ella su vida de oración, evangelización y acogida.

Desde que se establecieron en Valencia en el año 2000, las religiosas han tenido varias residencias.

En un primer momento se instalaron en la plaza Conde del Real, frente a la Facultad de Teología. Desde allí, comenzaron la búsqueda de un lugar para hacer un ‘pequeño monasterio’, con la estructura y características propias de la Comunidad del Cordero. En el año 2006 lo encontraron en Navalón. A partir de ese momento, y a petición de los jóvenes, mantuvieron una pequeña presencia en la ciudad en la misma plaza, que tuvieron que abandonar definitivamente en noviembre de 2022. Desde entonces viven en un piso de la cercana parroquia de San Esteban. “Aquí nuestra visibilidad ha disminuido”, reconocen las hermanitas.

Esto les ha obligado a vivir un poco ‘itinerantes’. “No tenemos un espacio nuestro. Somos mendicantes, es nuestro carisma, pero ahora mendigamos todo: un lugar donde celebrar los oficios, un lugar para la escuela de la palabra, un lugar para los retiros con laicos y jóvenes o para la acogida personal”, explican.

Un regalo de Reyes
Ante esta necesidad, las cinco religiosas que en la actualidad forman la comunidad de Valencia -Laetitia, Bethania, Domitille, Maica y Josephine- comenzaron la búsqueda de una casa. Lo primero fue encomendarse a la Virgen de los Desamparados: “Tú sabes dónde está la casa. Enséñanosla”, le dijeron.

Fue precisamente el día de la Inmaculada, a principios del pasado mes de diciembre, cuando iniciaron con un grupo de jóvenes una misión en la Ciudad Fallera. Iban rezando por la calle y cada cierto tiempo paraban a descansar. En una de esas paradas, sin saberlo, se encontraron delante de ‘su’ casa.

Durante las Navidades, un conocido, que sabía de su búsqueda, les facilitó el contacto de la inmobiliaria que tenía a la venta esta casa. “Y justo el día de Reyes, le enviamos un correo para concertar la visita. Por eso, decimos que la casa es un regalo de los Reyes, que cae del cielo para nosotras”.

En cuanto la vieron supieron que era lo que necesitaban. “El signo fue la unanimidad fraterna que se manifestó en la alegría que sentimos todas al verla. A la que se unió la comunidad de Navalón y la fundadora que, desde Francia, también nos animó a seguir adelante”, recuerdan.

Antigua escuela infantil
La casa elegida por las hermanitas tiene dos alturas. Ha sido escuela infantil, es diáfana, tiene un patio y está muy bien conservada, lo que les permitirá adaptarla a sus necesidades muy fácilmente. Además, “es sencilla, bonita y luminosa, y está bien comunicada con el centro”, añaden.

Según el proyecto, la planta baja se destinará a lugar de oración, acogida y escucha. Por eso, habrá una capilla, “un oasis de paz y de silencio abierto a todos, para participar en los oficios, misas, vigilias y adoración”, señalan. También habrá un locutorio, un espacio sencillo, preparado para la escucha, “para que todo el que lo necesite pueda ser escuchado y acompañado personalmente por nosotras”. Y por último, una cocina y refectorio para la acogida, donde las hermanas tendrán su ‘mesa abierta’, con la que promueven la cultura del encuentro.

La planta alta, con entrada independiente, será la casa de la comunidad, donde las cinco hermanitas tendrán sus celdas y podrán estudiar y hacer vida de fraternidad.

“No será nuestra casa, sino la de todos. Es para la misión, para la evangelización, para llevar a Cristo a estos barrios y, en general, a toda la ciudad de Valencia”, manifiestan las religiosas, para quienes, además, “es una alegría poder tener un lugar visible y estable donde el Cordero pueda ofrecer este carisma a la ciudad de Valencia”.

Con ayuda de todos
Para llevar adelante este proyecto las religiosas confían en la Providencia “que es la mano paterna de Dios”. “Hemos dado un paso de fe y, si este proyecto es de Dios, irá adelante. Desde hace más de 36 años vivo de la Providencia y nunca me ha fallado”, indica la hermanita Laetitia.

Ahora para que el proyecto salga adelante necesitan ayuda, por lo que piden mucha oración y donaciones, tanto de material como de dinero. “Cada pequeño donativo es precioso”, reconocen.

Entre todos podemos conseguir “una presencia de paz en un barrio humilde que ilumine las soledades, rompa los guetos y la exclusión social, y sea un testimonio de que aún hoy en día, es posible encontrar lugares de fraternidad”, concluyen.

  • INFO
    Hermanitas del Cordero
    comunidaddelcordero.org
    618.397.156